*SAQUEO*
Es sumamente interesante, educativo, mantenerse al día sobre los acontecimientos mundiales convulsivos de hoy. Estar atentos a las declaraciones de los lideres; analizar las acciones, oportunas o tardías, que se toman frente a los retos que presentan los fenómenos naturales, políticos y, sobre todo, los trastornos sociales que se suscitan en todo el orbe, no solo para jactarse de ser una persona informada sino para tomar ejemplo de lo que puede imitarse y aquello otro que debe encender luz roja para evitar que lo mismo ocurra en nuestro país.
Escuchando una entrevista de un Ex funcionario Libanes, tomamos una expresión que automáticamente nos revivió este sentimiento de dolor y rabia que embarga a todos los hondureños bien nacidos y que se ha venido agudizando en los últimos quince años. Dijo el entrevistado, que Líbano “No ha sido robado, ha sido saqueado” sistemáticamente por las autoridades con absoluta desfachatez e impunidad.
¿Que podemos deducir los hondureños, de esta frase?; Primero; que no estamos solos en este estercolero de flagrante latrocinio, abuso y atropello, en este mundo de desvergonzado despojo de los recursos y las riquezas de los pueblos, que las fuerzas diabólicas de la corrupción son como las plagas de Egipto que invaden y destruyen todo a su paso, no importa si se trata del humilde sembrador o del encopetado comerciante o industrial o banquero. Solo se salvan aquellos que han dejado marca protectora en sus puertas con la señal de la moral, la ética, el respeto a la ley y el amor a la patria.
Si nosotros, también somos observados por el mundo, que evaluación podemos esperar de nuestro modelo de corrupción, responsable del atraso de nuestra Honduras, destrozada por las politiquerías baratas, por la incapacidad manifiesta y permanente de sus autoridades y por la total ausencia de amor por un pueblo noble que ha entregado su cuerpo y su alma, cada cuatro años, a los asaltantes de camino real.
En Líbano, una espantosa explosión de un improvisado depósito de explosivos poderosísimos, ha dejado en la calle a trescientas mil personas, inocentes seres humanos, muchísimos, trabajadores de clase media, que, en un segundo, quedaron sin casa, sin ropa, sin alimentos, sin fuentes de trabajo. Este funesto evento no fue imprevisto, durante más de seis años, los habitantes de Beirut advirtieron a las autoridades sobre el peligro mortal que representaba dicho deposito; como en Honduras, “No se oyó padre”. Se esperó la explosión destructora con su secuela de muertes, desmembramientos y despojo, para que alguien dijera “esta boca es mía”.
Estas explosiones no son exclusivas de los depósitos de armas o de fábricas de materiales inflamables o de gases tóxicos o de coheterías. También se dan por fenómenos sociales cuando los conductores de un pueblo son incapaces o indolentes, irresponsables para tomar medidas tempranas que mitiguen con tiempo los clamores populares.
Vemos con extrema preocupación como la impunidad orquestada cobra, cada día, “Carta de Ciudadanía”. Las flagrantes bofetadas al pueblo se disipan como espuma de mar en la arena; un escándalo tras otro, convierten el saqueo en deporte cotidiano.
Pandora, el Seguro Social, convertido ya en leyenda, “Con todos los que están, no siendo y todos los que fueron, no estando”. El perdón de la Corte de Injusticia para deshonorables personajes que no han explicado cómo es que dispusieron, “legalmente” para fines políticos, recursos destinados a mitigar el hambre del pueblo.
Los hospitales turcos tendrán su chivo expiatorio y las mentes perversas detrás del drama, quedarán como siempre, detrás del telón sin mancha.
¡Saqueo, creí que Cristo te había redimido, pero sigues vivo Saqueo!
*Olban Valladares, Artículo de opinión, El heraldo, Tegucigalpa, M.D.C., 14 de Agosto, 2020*