Saltó la liebre
Sospechamos que la indiferencia de los colosos farmacéutico, frente a las investigaciones sobre el COVID-19, realizados por un grupo de jóvenes médicos
hondureños y el también Hondureño, Miguel Sierra Hoffman, no podía ser duradera.
El desarrollo de tres protocolos para combatir el virus, formulados por esos compatriotas, tampoco los hizo parpadear.
No era posible que teniendo enfrente una mina portentosa de dólares, estos gigantes permitirian que un grupito de
honorables pero desconocidos “practicantes de medicina” de un “paisito de Centroamérica” (como se nos ha calificado en las redes) pusieran en peligro los ingresos multimillonarios resultantes de una vacuna milagrosa.
Es sorprendente la doble moral que se juega en las grandes ligas farmacéuticas del mundo.
Es conocido el férreo control que ejerce la oficina de la Administración Federal de
Drogas (FDA) de los EEUU sobre la producción y comercialización de medicamentos en el mercado doméstico y en los demás mercados del mundo; particularmente, en los de América Latina, donde son escasos los laboratorios de última generación.
Abundan en los archivos, registros de represiones contra científicos independientes, cuyos descubrimientos atentaban contra los intereses comerciales de estos gigantes; por ello, pagaron caro su osadía.
Hay constancias de múltiples atentados a los archivos de esos investigadores que fueron incendiados, destrozados o
desaparecidos, sin dejar pasar los “suicidios inducidos” o muertes misteriosas, de algunos valientes profesionales que osaron tocarle las barbas a los tigres mundiales.
En estos días circulan dos noticias que han hecho eco en el mundo entero.
El presidente Trump hizo público que faltaban horas para que el coloso Roche pusiera en el mercado la vacuna maravillosa que cura el virus en tres horas.
Se pregunta uno, ¿y no es que la FDA requiere larguísimos meses para autorizar la comercialización de un nuevo medicamento y ello, después de que el mismo
fabricante también lo sometió a un largo proceso para probar que su producto no representa efectos dañinos para el paciente?
Ahora resulta que otro genio de la farmacéutica, un supuesto investigador francés
de apellido Didier Raoult, director de un Instituto en Marsella, utilizando los mismos
medicamentos que nuestro equipo de médicos viene recomendando desde el mes de
Enero, (hidroxicloroquina y azitromicina) ha descubierto (Aleluya!!! ) que estos
medicamentos si son efectivos.
Otro de esos mensajes apócrifos en las redes, advierte que otro competidor ahora pretende enturbiar el prestigio y estudios de los doctores Diaz, Videa y Valerio acusándolos de estar confabulados para que las compras millonarias que hace el
gobierno de los medicamentos utilizados en MAIZ y CATRACHO, sean comprados a determinado proveedor tradicional, llevándose también de encuentro al Abogado Bográn y solicitando, en un tribunal de Estados Unidos, que se intervengan las cuentas personales de estos ciudadanos.
No sorprenden estas artimañas de los corsarios farmacéuticos ni el vicio de algunas redes sociales que se prestan a la difusión de noticias falsas cuyas repercusiones en una sociedad crédula, no dejan de provocar confusiones difíciles de resolver.
Los médicos Diaz, Videa, Valerio y Sierra Hoffman no han sido ajenos a los dardos de algunos de sus propios colegas nacionales que han cuestionado el MAIZ y CATRACHO, sin haber ellos experimentado personalmente el tratamiento de un paciente con Covid 19.
Los que si creemos en Honduras y sus productos, nos sentimos complacidos por el
respaldo de nuestros cientificos M.T. Medina, Salvador Moncada, Dra. Palau, Dra. Figueroa y otros distinguidos profesionales que a la luz de los resultados de los
protocolos MAIZ y CATRACHO, se han expresado de manera positiva; investigaciones que sin duda, podrían colocar a Honduras en un lugar honroso en
materia de investigaciones para bien de la humanidad.
Olban Valladares, Artículo de opinión, El heraldo, sábado 06 de junio de 2020