A veces las personas se cansan de lo cíclico que puede ser la vida y es que repetir las acciones una y otra vez, año con año, con la misma “cantaleta” puede tornarse monótono. En lo personal, ese sentimiento de aburrimiento me acoge al escuchar a varios periodistas abordando los mismos temas, en los mismos meses, todo el tiempo; por lo tanto, pido disculpas a mis lectores si el tema a tratar resulta triado.
Los últimos acontecimientos, generados desde los Estados Unidos de Norteamérica, dejan síntomas de una “enfermedad” ya conocida. La propuesta de los senadores norteamericanos lleva dedicatoria no solo a quien ostenta la silla presidencial y otros altos funcionarios del estado hondureño también a su partido político. Querer ocultar el sol con un dedo realmente es imposible y es que cuando vemos los “partos” en las últimas dos décadas, del partido de gobierno, no solo da tristeza por la falta de calidad humana en ellos sino también por lo fácil que les resulta plegarse a la narcoactividad con tal de producir “billetes” a granel. No solo el hecho de que varios de sus alcaldes, diputados y muchos altos funcionarios de gabinete han sido vinculados, con prueba fehaciente, en el tráfico de droga a gran escala, pero que el “cáncer” llegue a la silla presidencial no solo causa alarma en la región centroamericana, provoca una enorme amenaza en todo el continente americano.
Reconociendo el principio de inocencia que tienen todas las personas hasta que no se pruebe lo contrario, aun así, resulta difícil desmarcar dos situaciones que salpican a Juan Orlando Hernández Alvarado: su hermano quien fungía como Diputado al Congreso Nacional de la Republica encontrado culpable de narcotráfico y su hermana fallecida de forma trágica pero misteriosa y a quien sindican como participe de millonarios desvíos de fondos públicos. Como resultado de una “muerte anunciada”, el mandatario hondureño buscará blindarse utilizando los últimos recursos que le quedan (ya agotados los múltiples con los que una vez contaba).
Sin temor a equivocarme, atrás quedó la comparsa del presidente del poder legislativo, cubrirle la espalda y cara a su otrora aliado se contrapone a su propio interés de llegar a convertirse en presidente de la Republica. En cuanto al fiel acompañamiento por parte del presidente de la Corte Suprema de Justicia y Fiscal General, solo quedará “la maldición de la foto” otrora buena relación que un día llevó a Hondura a una reelección ilegal y a convertirse en narcoestado.
El papel que jugará las fuerzas armadas también se pone en balanza pero sin ser “pitoniso” atrevo a vaticinar el desmarque institucional de la unidad castrense ya que el temor a perder lo que han acumulado, es la mejor arma que los estadounidenses aplicaran a los uniformados. ¡No os engañemos! Honduras no es Venezuela y la lealtad, a falta de principios y valores, se mide por lo que representas económicamente y por la calidad de aliados con los que se cuenta. Igual rol jugará y se aplicará a una buena parte del sector privado que se ha beneficiado de los negocios generados, recordemos que el dinero solo tiene un color y este no es político e ideológico.
¡Estamos a punto de presenciar el final de una era oscura en la historia hondureña!
Allan Bernardez
Febrero 28-2021