Históricamente, cuando surgen conflictos entre los hombres, se erigen dos grandes frentes que representan el pensamiento e intereses de cada una de las posiciones en contienda. Las guerras que el mundo a enfrentado es un claro ejemplo de ello, también lo son las divergencias sociales que viven los países a lo interno. En ambos casos, lo usual es identificarse con un bando. Lo inusual es tomar posición neutral ante los hechos de trascendencia nacional e internacional.
La neutralidad tiene dos repercusiones significativas cuyo impacto depende de la fortaleza que se posee: independencia y/o aislamiento. Estas dos características pueden engrandecer o disminuir la capacidad presente y futura de quien la asume.
La sociedad hondureña y los grupos que la conforman, viven hoy, nuevamente la terrible disyuntiva en la toma de decisión de su futuro. Los que una vez supusieron ser víctimas, ahora revestidos de poder y autoridad, se han arropado con atuendos de verdugos, sedientos de revanchismo, transpirando violencia irrisoria y fingiendo amnesia absoluta. ¿Que hubiera sucedido si en la elección presidencial del 2021, Salvador Nasralla asume posición neutral? No lo sabremos pero seguramente el presente de Honduras no fuera el que hoy se vive.
Tocará a cada individuo, hombre y mujer adulto, discernir entre tanta nubosidad, el bando que mejor calce a su pensamiento, carácter y visión. Muchos ya lo están haciendo pero... basados en su estómago.
Otros, con un poco más de experiencia y fortaleza seguimos de cerca la "carnicería" brutal que sirve de anticipo a la próxima elección presidencial 2025. Mientras los bandos debaten, viene a mi mente la frase de un apreciado amigo: "El problema de Honduras nunca fue su territorio, el problema siempre fue su gente".
Allan Bernardez
Julio 23-2023